''Every cloud has a silver lining''

miércoles, 9 de abril de 2014

No hablo por hablar, cada vez me gusta menos

A veces pica más la picadura de un mosquito que el recuerdo de una ausencia. A veces quema más el primer sorbo del café que las palabras silenciadas. A veces cuesta más mirar al Sol que contar mentiras a la cara. A veces el viento sopla más fuerte que los gritos de la ira. A veces, tan solo a veces, es más fácil decir que sí aunque tus ideas se rompan en pedazos antes que admitir la culpa. 

Pero eso es solo a veces, tan solo a veces. 

Ahora que empieza a hacer buen tiempo, que los árboles se visten y las nubes ocupan otros cielos, ahora es cuando hay suficiente claridad para ver más allá de mis narices. Para escuchar mas allá de mis palabras. Para sentir más allá de la rutina. Todo se despeja y se calienta. Los charcos dejan de ser océanos en mitad de la ciudad. Las personas se muestran más ligeras, más reales, más a la vista. El tiempo incluso marcha más deprisa. Supongo que estará excitado, como todo. Y esto de abrir los ojos y deslumbrarme con el Sol hace que las ideas se enciendan y me quemen hasta el último rincón de mi cerebro. Será eso por lo que no puedo dormir. Ni pensar. Las barreras que temía encontrarme empiezan a aparecer en mi horizonte. Aún estoy a tiempo para coger impulso y saltarlas. Para coger impulso hace falta un apoyo y un espacio que yo no sé dónde encontrar. El camino que seguía acaba de llegar a su fin y ahora solo hay Sol, vacío, un campo infinito. Las vías de escape desaparecieron hace varios meses. 

Desapareciste hace varios meses, sí. 

No han saltado las alarmas porque aún me quedan mis recursos. El chocolate, la Luna y el buen tiempo. Incluso un poco de tiempo libre. 
Tan simple soy que me enredo en mí misma. En vez de aflojar los nudos los aprieto. Algo así hacemos todos cada vez que cometemos un error ¿no? Algo así está haciendo el mundo consigo mismo, sí. Que si en mi mundo interno tienen importancia las decisiones del futuro, en el mundo externo ahora tan solo importa la repercusión de las decisiones pasadas. 


No hablo por hablar, cada vez me gusta menos. 

Está todo preparado para que comience el ciclo de nuevo. La alarma, la cafetera, la ropa, el lápiz de ojos, la mochila, las gafas de Sol, el portazo y el camino. Las horas eternas, la comida, la tarde y la cena, la cama. 
Antes entre esa secuencia mortal aparecía de vez en cuando una estrella fugaz. Ya no. Ni la estela consigo encontrar. 

Qué manía con llevároslo todo. 
A veces es mejor andar descalzo que cargar con los zapatos. ¿Los cristales? Supera el miedo a pisar donde no debes. Sólo así llegarás a donde quieres. 

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