''Every cloud has a silver lining''

jueves, 24 de abril de 2014

Little things that make me laugh

Que tu hermana pequeña te arranque más risas en un día que todo lo que te has reído en el último mes por el resto de cosas. Pero risas verdaderas, risas sobre la vida, risas de las que cuentan y alargan la vida.

Porque es normal que no entienda todavía las cosas que nosotros ya asumimos hace tiempo.

No entiende que mi padre se enfade con ella por haber pintado sobre un billete. Es un papel papá, ella solo está mejorando sus cualidades artísticas. Qué más da que pinte sobre eso que sobre un aburrido papel en blanco.
Y yo me río, claro que me río.
El dinero no es nada hasta que aceptamos darle un valor, a ella le servía para entretenerse, ya estaba siendo más útil que para lo que lo solemos usar.

No entiende que no puede salir a la calle con su vestido de Pepa Pig encima de sus vaqueros oscuros y las zapatillas de estar por casa. Son sus prendas favoritas y no le hace falta mirarse a un espejo antes de salir. 
Por eso vuelvo a reírme, porque es imposible discutir con ella con un argumento del nivel de ``estos zapatos son solo para estar por casa´´ o ``con los pantalones hay que ponerse camisetas´´. Restricciones y obligaciones que no pueden enfrentarse a un inocente ``¿Por qué?´´.

Las preguntas son tan frecuentes. Preguntas cortas tan difíciles de responder. Preguntas sin fin. 

También me río cuando me pregunta por qué no tomo biberón si el café huele mal. 

Me río cada vez que dice ``tanto´´ en lugar de ``mucho´´.
Te quiero tanto. Me duele tanto. Has dormido tanto.

O cuando empieza una frase con ``Te acuerdas de ayer cuando...´´ para referirse a algo que ha pasado hace cinco minutos o a algo que pasó hace dos meses.


          Y soy feliz a su lado. 
         Porque es pequeña en un mundo inmenso, porque es mágico verla reír. 





domingo, 13 de abril de 2014

Conviértete en flor.

Resulta que ahora una se come las promesas que se hizo a sí misma con tal de cumplir las que no ha llegado a hacerle a nadie. Tengo que dejar de esconder bajo el egoísmo los rasgos de estupidez. Dije que no. Que no y que no y que nunca más. Y parece que para no llegar a ese mismo error no puedo pisar ni la primera piedrecita del camino. 
¿Todo lleva al mismo sitio? Tal vez tenga que coger la piedra y metérmela en el bolsillo para que vea a dónde quiero llevarla yo. A un final que nada tiene que ver con el que ella iba a condenarme a cruzar. Pero es más fácil levantar el pie y dar media vuelta, dejando la piedra aplastada allí sola.
No quiero cargar con su peso, por muy bonita que sea. 
Que la piedra me gritara a gritos que fuese con ella no debería haber conseguido derribar mi promesa. Pero tal vez fuera a ser diferente. Tal vez la piedra sabía de dónde venía. Me dio pena la piedra y me pudo mi debilidad. Pensé que sería egoísta si pasaba de largo. Tan solo era tonta. Ahora que estoy encima de ella puedo ver que es exactamente el mismo camino del que conseguí salir hace tiempo y juré no volver a cruzar. 
Maldita piedra. Estás en el lugar equivocado. 
No estoy dispuesta. O te conviertes en flor o ahí te quedas. Ahora que llega la Primavera y podía caminar sin paragüas no voy a bajar mi vista al suelo. Tienes que formar parte de la belleza del sendero y hacer que me sienta mejor. No te conviertas en una carga que quiero llevarte conmigo. 

miércoles, 9 de abril de 2014

No hablo por hablar, cada vez me gusta menos

A veces pica más la picadura de un mosquito que el recuerdo de una ausencia. A veces quema más el primer sorbo del café que las palabras silenciadas. A veces cuesta más mirar al Sol que contar mentiras a la cara. A veces el viento sopla más fuerte que los gritos de la ira. A veces, tan solo a veces, es más fácil decir que sí aunque tus ideas se rompan en pedazos antes que admitir la culpa. 

Pero eso es solo a veces, tan solo a veces. 

Ahora que empieza a hacer buen tiempo, que los árboles se visten y las nubes ocupan otros cielos, ahora es cuando hay suficiente claridad para ver más allá de mis narices. Para escuchar mas allá de mis palabras. Para sentir más allá de la rutina. Todo se despeja y se calienta. Los charcos dejan de ser océanos en mitad de la ciudad. Las personas se muestran más ligeras, más reales, más a la vista. El tiempo incluso marcha más deprisa. Supongo que estará excitado, como todo. Y esto de abrir los ojos y deslumbrarme con el Sol hace que las ideas se enciendan y me quemen hasta el último rincón de mi cerebro. Será eso por lo que no puedo dormir. Ni pensar. Las barreras que temía encontrarme empiezan a aparecer en mi horizonte. Aún estoy a tiempo para coger impulso y saltarlas. Para coger impulso hace falta un apoyo y un espacio que yo no sé dónde encontrar. El camino que seguía acaba de llegar a su fin y ahora solo hay Sol, vacío, un campo infinito. Las vías de escape desaparecieron hace varios meses. 

Desapareciste hace varios meses, sí. 

No han saltado las alarmas porque aún me quedan mis recursos. El chocolate, la Luna y el buen tiempo. Incluso un poco de tiempo libre. 
Tan simple soy que me enredo en mí misma. En vez de aflojar los nudos los aprieto. Algo así hacemos todos cada vez que cometemos un error ¿no? Algo así está haciendo el mundo consigo mismo, sí. Que si en mi mundo interno tienen importancia las decisiones del futuro, en el mundo externo ahora tan solo importa la repercusión de las decisiones pasadas. 


No hablo por hablar, cada vez me gusta menos. 

Está todo preparado para que comience el ciclo de nuevo. La alarma, la cafetera, la ropa, el lápiz de ojos, la mochila, las gafas de Sol, el portazo y el camino. Las horas eternas, la comida, la tarde y la cena, la cama. 
Antes entre esa secuencia mortal aparecía de vez en cuando una estrella fugaz. Ya no. Ni la estela consigo encontrar. 

Qué manía con llevároslo todo. 
A veces es mejor andar descalzo que cargar con los zapatos. ¿Los cristales? Supera el miedo a pisar donde no debes. Sólo así llegarás a donde quieres. 

martes, 1 de abril de 2014

Les llaman genios.

No me hace falta estudiar la teoría de la relatividad para saber que todo en este mundo depende del sistema de referencia que escojas para medir, de la velocidad con la que decidas actuar y de lo grande que puedas llegar a ser en la vida. Nada es como lo vemos. O sí, pero no es el único modo de verlo. Las cosas se dilatan, se retrasan y se aceleran. Lo que para ti resulta una eternidad para otros puede ser un simple suspiro. Puedes ser la luz, viajar al límite y que todos traten de alcanzarte, que todo el mundo te vea tal y como eres. Puedes ser el agujero negro que absorba la luz y la destruya para siempre, emitiendo toda la oscuridad que ella ha ido iluminando a su paso. El universo infinito, la teoría de cuerdas. El mismo universo que ahora no tiene fin será el que se contraiga tanto que acabe por asfixiarnos contra todas las galaxias que ahora admiramos con nuestros tristes telescopios. Si es que no nos ahorcamos antes con esas malditas cuerdas. ¿Habrá vida inteligente más allá? Pues esperemos, porque lo que es aquí, en esta ínfima parte de la Vía láctea, no hay. Sería una lástima que con las grandes maravillas que originó esa Gran explosión no haya surgido nada que merezca la pena. Más inteligente es una piedra, que ni siquiera sabe que existe, que aquel que dedica su vida a pensar de dónde viene y a dónde va. 
Preguntas existenciales del ser humano desde el principio de los tiempos. Bog. Seremos inútiles. 
Me preocupa mi futuro. Como a todos. Y tengo unas metas, unas exigencias que no me dejan respirar tranquila. Esas metas están construidas sobre los esqueletos de los sueños que he tenido que matar para poder pisar el suelo. El suelo que otros han construido. Qué pésimo. Qué disgusto. Lo único que al final nos alegra el camino que otros nos marcan es nuestra forma de sentir. Nuestra velocidad. La distancia de nuestros pasos. La grandeza de nuestros actos y las veces que suspiramos. Creo que esas cosas solo las determinan nuestros sentimientos. Sí, eso que nadie aún, afortunadamente, ha sido capaz de medir. Eres tan grande como grande sea tu capacidad de querer. Vas tan rápido como rápida sea tu forma de repartir felicidad. Tus pasos son tan largos como larga sea la sonrisa de la gente que pasa a tu lado. Suspiras tantas veces como veces ames en la vida. 
La velocidad de la luz se mide en viajes alrededor del mundo y no en metros por segundo. El tiempo se mide en momentos, detalles, éxitos y derrotas y no en horas encerradas en relojes. Mi vida viene de ningún sitio y va hacia ninguna parte. Porque mi vida está en mí y en todos los que viven conmigo. No necesito un profesor adorable que venga a explicarme que las cosas son relativas y hacerme sentir insignificante ante los misterios y errores inmensos de la vida que otros han estructurado en su cerebro. Genios les llaman. Yo prefiero llamarles personas que dedican su vida a explicar otra vida que nunca nadie vivirá. 

lunes, 24 de octubre de 2011

Changes.

Cuando todo es diferente, cuando todo cambia, cuando no reconoces nada de lo que ves a tu alrededor, cuando no te reconoces a ti mismo... solo entonces, es cuando te das cuenta de que nada es para siempre, de que por mucho que quieras, ya es tarde para seguir como antes, para seguir siendo el mismo.  Son cambios simples, abstractos, cambios inesperados. Cambios que consiguen que veas como eras, como eres. Son cambios odiosos e imparables que nunca conseguirás detectar a tiempo, que nunca conseguirás entenderlos... pero esos cambios son los responsables de que tu vida cambie, que continúe y no sea como tú quieras, son los culpables de que el tiempo tenga importancia. Son de ese tipo de cosas con las que hay que aprender a convivir, porque están presentes siempre, quieras o no.



Solo con estar.

Me he dado cuenta, es increíble, no se como es posible pero lo es. Está en todo, está siempre contigo, toda tu vida, es capaz de contarte el más mísero detalle, el más lejano recuerdo... Siempre tan bella, siempre tan distinguida, tan brillante. Es de las pocas cosas que viven todo con el máximo esplendor, mueren con la más suma delicadeza y son capaces de renacer con la misma hermosura y palidez que siempre tuvo. Hipnotiza, hace añorar, hace feliz... solo con estar, solo con brillar.



Maldito sentido de la responsabilidad

Odio lo humano, odio la responsabilidad, la tristeza, los conocimientos, las emociones, los sentimientos, la ira, el rencor, la envidia, la maldad, las barbaridades... odio cada característica que le rodea ¡Odio que sea tan sensible! ¡Tan vulnerable! Ese sentido de la perfección que tiene... me supera, tantas normas y ¡no las cumple nadie! Pero después, hay otro tipo de normas, normas internas, propias de cada individuo, y esas sí que se cumplen, esas son mucho más difíciles de romper...

lunes, 10 de octubre de 2011

Rutina.

Siempre igual, no hay cambios nunca, las mismas caras, las mismas palabras, los mismos sitios, las mismas emociones... La rutina es el proceso más lento para llegar a los cambios, pero el más común, porque es el más fácil, tan solo debes dejarte llevar, hacer lo que se precise en cada momento, y el día transcurrirá sin incidentes, sin sorpresas. Nos dedicamos a hacer siempre lo mismo para que el más mínimo cambio nos parezca novedad. Y es triste, porque pensamos que no tenemos más remedio, que hacemos lo que hacemos porque nos falta tiempo... te diré una cosa, esa es la excusa más penosa que te puedes echar a la cara, el tiempo es irrelevante, solo marca el momento del día en el que estás, nada más, no te obliga a hacer nada, eso ya es cosa tuya. ¿Quieres cambios? Cambia, rebélate, muéstrate diferente, piensa de forma distinta, haz cosas que no pensarías que harías nunca. Marca la diferencia, pero no te consumas en la rutina, porque acabarás asustándote hasta de los cambios que veas en el espejo. 

domingo, 9 de octubre de 2011

Lo más común.

¿No lo entiendes? ¿No ves que soy egoísta? ¿No ves que lo que intento, es que veas cómo soy? Yo no tengo nada especial, como alguna de ellas, que tienen alguna habilidad, saben mucho, o puedes aprender de ellas. Yo no soy así, de mí no puedes aprender nada, tan solo podré enseñarte mis errores, de los cuales no puedes sacar nada. Yo intentaré hacerte feliz,  aprenderé de ti, y me conformaré con ser así.
Yo quiero tener cosas que enseñarte, quiero tener sonrisas especiales y miradas que atrapen, quiero tener sueños que poder compartir... pero no tengo. Soy simple, quiero que veas como soy, quiero que antes de querer estar conmigo, sepas con qué andas... yo no soy conformista, para nada en absoluto, soy perfeccionista, te lo puede asegurar cualquiera, podrás pasar buenos ratos conmigo, pero serán superficiales, me gustan los silencios, no quiero que nadie los llenes con tonterías... soy el modelo de persona normal, me gusta todo lo típico, en ningún aspecto, podrás clasificarme como rara o especial, no tengo nada sorprendente ni fuera de lo común.